Editorial

El cambio climático, un estrés también para las plantas

18/02/2020

El momento de la cosecha siempre es un momento crítico para los productores porque es el llamado día de la verdad. Durante la temporada agrícola es posible hacer estimaciones sobre la producción potencial, pero solo durante la cosecha el agricultor puede saber con precisión cuánto ha producido su cultivo y, en consecuencia, la rentabilidad de su trabajo. Sin embargo, el día de la cosecha no siempre es un día de fiesta, ya que las condiciones climáticas anómalas, cada vez más frecuentes en estos años, y los ataques a los cultivos por parte de diversos patógenos, generan situaciones de estrés para las plantas que pueden reducir su productividad incluso más del 90%.


Los estreses que pueden causar esta reducción en la productividad de los cultivos son de dos tipos:

  • Estrés biótico: causado por hongos, bacterias, virus, insectos, plantas infestantes y animales del suelo que provocan daños directos e indirectos a las plantas y pueden ser controlados no solo con técnicas agronómicas adecuadas, sino también con el uso de productos fitosanitarios específicos.
  • Estrés abiótico: relacionado con las condiciones climáticas. De hecho, el clima proporciona factores como agua, luz y temperatura, indispensables para el desarrollo y la producción de los cultivos, pero que, en determinadas condiciones, pueden volverse limitantes. Pensemos en la lluvia: el agua es fundamental para el crecimiento de las plantas, pero su carencia, vinculada a largos períodos de sequía, puede provocar daños graves, al igual que el exceso, que puede dañar las hojas y causar asfixia radicular, comprometiendo el rendimiento final.


El cambio climático, que ya está en marcha en todo el mundo, está provocando un aumento significativo de las temperaturas medias y la ocurrencia, en nuestros entornos, de eventos climáticos cada vez más extremos. De hecho, largos períodos de sequía pueden ser seguidos por eventos tormentosos extremos casi similares a huracanes, que a menudo causan daños directos a los cultivos como la destrucción del aparato foliar, acame y desarraigo, así como períodos de estrés durante y después del evento climático adverso.

Otro aspecto a considerar es que a menudo el estrés abiótico y biótico son complementarios, es decir, la presencia de uno puede llevar al desarrollo del otro. Generalmente, es el estrés abiótico el que, al perjudicar el bienestar de las plantas, las expone más a los ataques de patógenos. Por ejemplo, el granizo crea heridas en las hojas y los frutos que pueden facilitar la presencia de hongos patógenos.

Mientras tanto, los estudios de bioquímica y fisiología de las plantas han profundizado en el conocimiento de los mecanismos naturales de respuesta y protección de las plantas en situaciones de estrés, como deficiencias nutricionales, exceso de agua, alta salinidad del suelo y exceso de calor. Además, se ha comprobado que activando de antemano o amplificando estos mecanismos se puede ayudar a la planta a contener los daños directos e indirectos derivados del estrés y, por lo tanto, "hacerlas más fuertes".

De estos estudios nacieron los "bioestimulantes" que, de manera natural, apoyan a la planta en la superación de estos estreses activando sus defensas endógenas. Dependiendo del bioestimulante elegido, se irá a "estimular" en las plantas ya sea el metabolismo primario o el secundario, o ambos, para que respondan antes y mejor a la aparición de un factor limitante como el estrés.

Los bioestimulantes actúan a través de la activación de genes específicos y/o aumentan la actividad de las enzimas responsables de los mecanismos fisiológicos fundamentales, permitiendo así a la planta producir siempre al mejor nivel incluso en condiciones de desarrollo no óptimas. Los bioestimulantes de ILSA nacen dentro del proyecto VIRIDEM® ("De las plantas para las plantas"), extractos vegetales para uso agrícola, cuyo objetivo es identificar sustancias bioactivas dentro de diversas especies vegetales, extraídas con tecnologías de bajo impacto ambiental como la hidrólisis enzimática (FCEH®) y la extracción con CO2 supercrítica (SFE®) y ponerlas a disposición de las plantas en toda su potencialidad.

Los bioestimulantes a base de hidrolizado enzimático de Fabaceae son fruto del proyecto Biovenus, que ha contado con la participación del Centro de Investigación de ILSA, la Universidad de Padua, Bolonia y el CRA-RPS de Roma. Durante estos estudios, publicados en revistas científicas de interés mundial, se ha verificado la capacidad del bioestimulante de tener un efecto positivo en el metabolismo de las plantas, debido a la presencia de múltiples fitocompuestos en él.

En particular, la acción del triacontanol de origen natural, y de otras moléculas con actividad bioestimulante contenidas en los productos a base de Hidrolizado enzimático de Fabaceae, cuyo precursor es IlsaC-on, permiten:

  • aumentar la germinabilidad de las semillas y el crecimiento de las plantas en condiciones de alta salinidad;
  • obtener grandes producciones incluso en verano en invernadero, cuando la temperatura puede alcanzar valores límite;
  • limitar la acumulación de nitratos en hojas y frutos cuando la luminosidad y la temperatura son bajas y no permiten la regular asimilación del nitrógeno y su transformación en aminoácidos.

A partir de los estudios realizados sobre el Hidrolizado enzimático de Fabaceae, dentro del programa VIRIDEM®, se ha desarrollado toda la amplia gama de bioestimulantes de ILSA con el objetivo de obtener lo mejor de los cultivos en todas las condiciones.
Todos los detalles relativos a nuestros bioestimulantes están disponibles en el sitio http://www.ilsagroup.com en la sección PRODUCTOS. Consultando el sitio, además, podrás descubrir toda la gama de productos de ILSA y, registrándote, descargar la documentación técnica detallada.